domingo, 24 de agosto de 2008

LA MESA PATXI-OTEGUI Y LA VOLUNTAD DE LOS VASCOS

Leo cotidianamente dos o tres periódicos, desde hace muchos años, y desde hace menos, ahora que puedo, escucho algunas de las llamadas tertulias radiofónicas de inclinación política. Sin duda, a veces me sirven, pero, similla similibus, otras muchas me conturban.

Ahora, el asunto vasco me conturba más de lo deseado, porque me está empujando por la ladera del realismo-derrotismo que de forma tan certera alimentan las noticias diarias y las otras que algunos periodistas llaman noticias mientras les dan formato de opinión.

Me conturba ese afán de los unos y los otros por interpretar las palabras de los políticos, los comunicados de los partidos o los sinsentidos de algunos de ellos. Se me incrementa el prurito como un resorte con esas elucubraciones, porque me gustaría que no trataran de interpretar lo que está explicitado con toda claridad. Me gustaría que, por el contrario y con visión de futuro, reconocieran los hechos anunciados o denunciados y aportaran, si de verdad estamos vertiendo enseñanzas desde un escenario intelectual o al menos afín a este concepto, formas y vías de tratamiento a los hechos que se comentan.

El día anterior al Santo sin nombre de Pamplona, se han reunido el Jefe del Partido Socialista de entre los vascos y el Jefe del Partido sin nombre de entre los “patriotas” –recuerden todos los que hablan, escriben y leen que cuando dicen “abertzales” están diciendo en vasco “patriotas” y en consecuencia excluyendo a los demás como tales-. Considerando que le he leído y escuchado al primero llamar al segundo abertzale o patriota, he tenido que colegir que él y lo suyos no se consideran tal. Como final de fiesta, el uno y el otro dan su versión de lo sucedido. Dice el primero de ellos que ya no habrá más reuniones hasta que el segundo “no de los pasos para su legalización porque la Ley de Partidos no va a desaparecer”. Y este lector y oyente se pregunta: primero, por qué una reunión dónde tanto había que hablar duró solamente una hora. He tenido que participar en muchas reuniones informativas, deliberativas y decisorias: Una hora no da ni para adecuar un ambiente creativo entre cinco personas que llevan un argumentario distinto cuando no confrontado. Ni mucho menos para deliberar y decidir. Porque información ya llevaban. Y segundo, por qué no me dice lo que tras lo primero quiero escuchar, que no es más que, qué fecha le ha puesto al del otro lado de la mesa para que ello suceda. Que le contestó sobre esa fecha y en su consecuencia, que es lo que le exigió para cumplirla. Yo que estoy al pie del escenario si que le exijo que me/nos digan cuando ha aceptado el Jefe del Partido sin nombre reconocer lo exigido y entrar en la vía democrática del Pacto o Ley de Partidos invocado por el Jefe del Partido Socialista de entre los vascos.

Y como aviso a navegantes y fundamentalmente al Partido Popular, les traslado mi reflexión de que no hay ningún motivo para no aceptar los contenidos de lo exigido por el Jefe de los mal llamados patriotas, cuando dice que hay que admitir el derecho de los vascos a decidir su futuro solamente entre ellos, ya que, y así lo expresó, las “aritméticas democráticas” no son las victorias ni las derrotas de nadie. Sin duda, pero, y esta es la sugerencia, debe el Partido Popular y si puede el Partido Socialista, exigir a ultranza, que la decisión de cada uno “los vascos y las vascas sin ningún tipo de limitación, ha de ser respetado por todo el mundo”. Lo cual lleva implícito, sin ninguna limitación, que lo que decida cada uno de ellos, por grupos familiares, municipales, provinciales o regionales, debe ser “respetado por todo el mundo”, y por tanto, si un pueblo, provincia o región, en el ámbito que sea, decide con su voto que no admite la independencia o la participación en esa megalomanía imperialista de anexión de otros grupos o territorios, ha de ser respetado por todo el mundo, en el cual seguramente también están incluidos los llamados abertzales o sin ánimo de descafeinarlos, los nacionalistas. Es decir, que si Álava, por poner un ejemplo, decide no integrarse en ese proyecto, debe ser respetada su decisión por todo el mundo. O Navarra, o cualquier otro municipio por pequeño que sea.

Es de ley y por tanto debe ser primero respetado y si no exigido. No deben tener duda los interesados en la solución de lo que llaman conflicto que el respeto a la voluntad de una minoría que vote en contra de lo deseado por la mayoría si que es “avanzar hacia la paz”, de la convivencia y no la del terror o de los cementerios.


Fernando Melini de Paz

25.05.2007

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